En la fotografía tradicional de toda la vida al revelarse la
película obtenemos una imagen impresa sobre papel fotográfico. En cambio con la
imagen digital tenemos un archivo informático.
La imagen digital está formada por una serie de matrices
numéricas de ceros y unos que se almacenan en una memoria informática y que
definen las características de una fotografía.
Una vez esta imagen es interpretada (leída), los ordenadores
la transforman en una imagen visible a través de la pantalla e imprimible
también, a través de cualquier dispositivo de salida. La gran ventaja del
archivo digital es que puede duplicarse y copiarse tantas veces como se quiera.
Las imágenes digitales pueden ser icónicas (de diferentes
grados de figuración y realismo) o aicónicas (abstractas, esquemáticas),
tridimensionales y planas, fijas o móviles.
La primera cámara digital de la historia no es de hace
cuatro días, como podríamos pensar, sino que se inventó en 1975. A pesar de que
parezca un contrasentido, esta cámara no tomó la primera imagen digital. Y es
que esta histórica primera imagen digital se había obtenido ya dos décadas
antes.
Pues lo que sucedió fue que en 1957 Russell Kirsch creó una
imagen digital de 176×176 pixels empleando un dispositivo que transformaba las
imágenes en matrices de ceros y unos. Aquel proto-escáner tomó como primer
modelo una imagen del bebé de tres meses de edad de su operador. La bajísima
resolución de la imagen que mostramos a continuación era inevitable teniendo en
cuenta la casi nula capacidad de almacenamiento que tenía el ordenador al que
iba unido aquel primitivo escáner.
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