En principio, toda activación de un proceso mental que
tiene lugar durante la observación de una obra artística puede ser considerada
una interacción, es decir, con cada obra artística percibida se produce algún
tipo de reacción interactiva. Si se elige una definición más ajustada, basada
en una interacción técnica, una obra es considerada interactiva cuando la
interacción cuenta con una participación tangible del receptor. La encontramos
en numerosos trabajos de software, en el ámbito del net. Art como interacción
directa y, en un sentido más amplio de la palabra, en los proyectos de los
activistas asentados en la red. En este capítulo centraremos nuestra atención
en los objetos artísticos o instalaciones que interaccionan, es decir, que
captan y procesan señales procedentes del exterior y muestra el resultado de
forma perceptible.
Estos rasgos ejercen una influencia variable en el
transcurso del trabajo. Esto significa que una obra artística de este tipo no
puede estar predeterminada ni en lo que se refiere a su aspecto ni en su
desarrollo, y que debe albergar un margen de maniobra para posibles
evoluciones. En el amplio campo de las obras de arte interactivas, el espectro
de posibilidades abarca desde las que ofrecen una interactividad sencilla, en
la que el observador, por ejemplo, sólo tiene que pulsar un botón, hasta las
que conectan la instalación y el receptor mediante un complejo sistema de
relaciones. Normalmente esto provoca que el receptor permanezca junto a la obra
artística más tiempo y a que se produzca entre ambos una interacción más
intensa.
Entre las obras más importantes de arte interactivo se
encuentra una creación del canadiense Norman White, que ya hace más de tres
décadas que trabaja en el campo de la robótica y la interactividad, Helpless
Robot, 1987.
Simón Bigss participa regularmente con sus
instalaciones en grandes proyectos de exposiciones. Torso es una instalación de
vídeo interactiva realizada en 1985, que se expuso por primera vez en Sidney.
Torso está compuesto por cinco monitores, un proyector de diapositivas, dos
videocámaras, dos aparatos de vídeo y un ordenador. A partir de estos elementos
se crea una instalación que puede ser entendida como un collage espacial
partiendo de las sombras de las personas participantes, vídeos preproducidos y
un sencillo trabajo de software generativo. Desde entonces, Simon Biggs trabaja
habitualmente, tanto de forma práctica como teórica, en el campo de los nuevos
medios.
Su trabajo interactivo más temprano, Agent, está
basado en una proyección de los movimientos del receptor. Si la permitida y
visible en la proyección. Por el contrario, un movimiento sólo deja una huella.
Únicamente cuando la persona se detiene y permanece quieta se hace perceptible.
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